jueves, 5 de julio de 2007

Tribulaciones de una Mujer Moderna

Hola a todos. Me llamo Marisa y tengo 42 años. Me casé en 1986, cuando todavía no había cumplido los 20, con un hombre veinte años mayor que yo. Un buen tipo y buen marido que me dio tres hijos que hoy son adolescentes. Mis padres se oponían a nuestra relación pero como yo soy muy rebelde no les hice caso. Para que se den una idea de lo jovencita que era cuando lo conocí basta con decir que por entonces lideraba un grupo de fans y admiradoras del conjunto Menudo. Mi marido en aquel tiempo era casado, pero aprovechamos la ley de divorcio de Alfonsín y enseguida pusimos nuestros papeles en regla. Me pareció re-moderno hacerlo así. Me pareció fantástico casarme con uno de los primeros divorciados.
Siempre fui y quise ser moderna.
Siempre me aterrorizó la idea de que me consideren una anticuada.
Hoy a la mañana, por ejemplo, luego de ducharme me pesé en la balanza del piso y comprobé que había subido 835 gramos. Y la verdad es que no soporto subir de peso. Siempre luché contra esa tendencia que tiene mi organismo. Me hice atender por Walter Murua, por el doctor Cormillot y por la gente de Gordos Anónimos. También fui a un acupunturista chino que puso consultorio cerca de donde yo vivo. Y además, luego del último embarazo, me hice lipoescultura y lipoaspiración conjunta pero tuve una complicación febril por un problema en una de las cánulas. Mi marido (que es médico) me lo había desaconsejado pero yo lo hice igual. Hoy por hoy, y si sigo subiendo de peso, tengo en mis planes hacerme atender por el doctor Ravena que es el nuevo gurú de quienes desean estar delgados.
Toda la vida quise ser moderna.
Aunque esa idea a veces me trajo muchos problemas.
En el plano espiritual, por ejemplo, siempre rechacé esa antigüedad de la Iglesia Católica y esos edificios tétricos y lúgubres donde se llevan a cabo los rituales. Soy una mujer fresca e innovadora. Primero probé suerte con los evangelistas prebisterianos. A mi me encantaba esa sobriedad de la misa, tan sajona y tan británica. Aunque al final me cansé del sonido monocorde del órgano del primer piso y dejé de concurrir a las reuniones. Después probé suerte con un grupo de meditación de la Nueva Era y al final adscribí a una agrupación de Ufólogos con sede central en Francia que era lo último en actividades espirituales que se podía encontrar en Buenos Aires. El año pasado, en invierno, dormí una semana a la intemperie en el Uritorco, aunque no pude llegar a ver ningún OVNI. Sufrí un principio de congelación en la punta de los dedos de los pies pero regresé feliz de una experiencia tan moderna.
Mi marido, que es amoroso, se encargó de los chicos, que por otra parte ya son bastante grandes y se arreglan solos.
A los tres los crié y los eduqué bien re-modernos.
El mayor tiene diecisiete años de edad. De chico era rubio natural aunque luego el pelo se le fue oscureciendo. Hace un par de años que yo misma lo empecé a teñir. Creo que le queda mejor el pelo rubio. El mes pasado empezó a concurrir al negocio de tatoos de la Galería Santa Fe. Ya se tatuó las piernas y uno de los brazos. Pronto se tatuará el antebrazo y también ( aunque a mi no me lo dice) piensa hacerse un pequeño tatuaje en el pene. Mi marido me dice que esa es una zona especialmente dolorosa para un hombre pero yo igual pienso dejar que se lo haga.
El del medio tiene dieciséis años y ayer me vino con la sorpresa de un piercing en la lengua. Quedó con un cierto dolor en el maxilar y la voz algo gangosa pero yo voy a pedirle a mi marido que le recete un antibiótico para prevenir alguna infección en la boca. Es fantástico llevar un piercing en la lengua.
Y la menor, la de quince años, es casi igual que yo. Rebelde a mas no poder, hasta se negó a tener el famoso cumpleaños de su edad. A veces me preocupa un poco, es cierto, en especial cuando le encuentro preservativos en la cartera pero ella me jura que hasta ahora tan solo ha hecho el amor en sueños con el rubio de High School Musical.
Yo, de momento, voy a dejar de escribir de estas líneas por que hoy tengo muchas cosas que hacer. Me llamaron para colaborar ad-honorem en la campaña del Partido Humanista y vamos a cortar el túnel de la avenida del Libertador para repartir volantes y divulgar nuestras ideas. Es el piquete mas audaz que se haya intentado hasta ahora. Voy a estar muchas horas parada y después me duelen la espalda y las piernas.
En fin, como verán, no es nada fácil la vida de una mujer moderna.

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